La fundación Tomillo en Madrid, muestra el caso de formación en un capítulo de enseñanza de una maestra a sus estudiantes trastocados con diferentes entornos socio afectivos, que presentan dificultades de todo tipo a la hora de aprender. Entre estas hay, exclusión social, víctimas de bullying, marginación, falta de entendimiento, trastorno desequilibrado de la conducta, muy poca motivación, discriminación, alta tendencia a la agresividad, falta de compromiso, comunicación limitada, además de que sus familias se encuentran pasando en su mayoría por crisis económicas, ellos se encuentran pasando por crisis existenciales.
La labor que desempeñan estos docentes en dicho centro es muy preponderada dado que su objetivo principal es proporcionarles unas pautas de buen comportamiento para que ellos se integren a la sociedad sin ser excluídos.
Desde mi punto de vista, la exclusión social es lo que más se debe evitar por encima de cualquier criterio, posición o condición de vida, por que es la causa primordial para la desintegración y deterioro de una personalidad que apenas está creciendo y formándose.
Adicionalmente, no es sano para ningún jóven seguir añadiendo problemas y más problemas de los que trae desde su hogar puesto que esto, puede ser el puente de terror para cimentar un odio inconcebible contra la sociedad, contra cualquier tipo de esfera viva y sustancial y es ahí donde muy probablemente, se convierten en grandes hacedores de maldad. Es en este punto tan bajo, donde nacen grandes ''Monstruos''.
Por eso el título para esta reflexión ''Si a la inclusión'', tiene que ver mucho con lo que se ha venido presentando en las sociedades, como un problema gravísimo de comportamiento y mala distribución o asimilación de los valores/virtudes que se deben fomentar más bien desde los hogares para que en un principio, la sociedad tenga un motor alienante que transfunde educación, primando siempre el respeto al otro, el amor, la justicia y equidad, libertad de expresión sin transgredir al otro, la buena comunicación, la tolerancia entre otros.
Por eso como educadores y promotores de valores, debemos seguir insistiendo bastante en tratar a todos los estudiantes por igual, sin importar la procedencia o la forma de ser de cada uno, saber que todos nos equivocamos y estamos vinculados en esta profesión para ser una esperanza más hacia estos jóvenes que lo único que quieren es a alguien que les escuche, les entienda, valore su participación, su trabajo y puedan recoger más adelante, buenos frutos.
Escrito por Luis Miguel Prada (Licenciado en lenguas extranjeras).
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