El resto es animación tradicional, de línea clara y realista con aires de novela pulp y, a ratos, de cine negro hardboiled, por el que reverberan los ecos del género de reporteros cubriendo conflictos bélicos, o Kapuscinski como una suerte de Errol Flynn aventurero romántico, muy novio de la muerte. Hay ahí un clasicismo bien asumido, que tiene sus puntos fuertes en la relación con la rebelde angoleña, que apunta a love story, o con el líder de la guerrilla, una historia de amistad de estirpe westerniana: ahí está la espléndida, delicada escena de su conversación a la luz de una hoguera. El conjunto es desigual, pero no carece de interés.
A mi criterio personal, fue una buena elección de rodaje y cortometrajes explosivos, que enfilan una simetría de sucesos o acontecimientos extrapolados bajo un ambiente de ficción animada, lo cual reduce en cierto grado la violencia o los hechos explícitos.
Me pareció además, un tanto lógico poder llevar a cabo una campaña de ''Pobreza cero'', donde se nos corren las cortinas para poder ver que el problema de raíz está en la conciencia o mentalidad dentro de cada uno, que juntos podemos sobrepasar esas fronteras sin límites, con todo el potencial que hay en cada uno, para erradicar por completo los males generacionales que nos ahogan.
Los que nos arrebatan el sueño ya que juntos debemos ser reconocidos por lo que somos y venimos a hacer en este mundo.
Por lo tanto pues, que se extingan todas las plagas que matan poco a poco la sociedad, como por ejemplo las desigualdades sociales, las luchas de clases, injusticias y toda altivez que se levante en contra de lo que ya se ha establecido desde arriba. Si en verdad queremos que haya un cambio inmutable, debemos empezar por cambiar nosotros mismos, por disciplinarnos, esforzarnos, por qué aportando así sea un granito de arena, podemos lograr epatantes y remanentes sucesos con el tiempo.
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